Arte moderno es un término propio de distintos ámbitos del mundo del arte (la historiografía del arte, la estética y teoría del arte y el mercado de arte), que pretende diferenciar una parte de la producción artística, que se identificaría con un determinado concepto de modernidad por oposición al denominado arte académico. Este representaría la tradición; mientras que el arte moderno representaría la experimentación.
Al ser principalmente un concepto estético y no cronológico, cualquier delimitación de un periodo para el "arte moderno" es problemática, empezando por una dificultad obvia: el arte de la Edad Moderna (de mediados del siglo XV a finales del siglo XVIII) no es lo que se entiende como "arte moderno", mientras que sí lo es el arte de la Edad Contemporánea(desde finales del siglo XVIII hasta la actualidad). Otra ambigüedad evidente es la utilización de la expresión "arte moderno" en oposición a "arte antiguo", que tampoco coincide siempre con el arte de la Edad Antigua (desde el inicio de la historia hasta el siglo V), especialmente en formas como "maestros antiguos" y "maestros modernos", siendo aquellos los del siglo XV al XVII, y estos los posteriores, épocas convencionalmente separadas por criterios historiográficos y museológicos.
En su origen, dada su naturaleza reactiva, el arte moderno es un fenómeno exclusivamente europeo, aunque en algunas ocasiones se planteaba la necesidad de búsqueda de tradiciones alternativas fuera del arte occidental (en el arte africano -cubismo-, o en el arte japonés -impresionismo-) o fuera de las fases más clasicistasde la propia tradición occidental (prerrafaelismo).
Rechazo
El rechazo al arte moderno fue muy fuerte desde que comenzó a acuñarse el concepto, no sólo en los ambientes sociales y conservadores que los artistas modernos buscaban epatar,7 sino entre intelectuales que se ocuparon muy seriamente de su análisis, como fueron los casos, en España, de Eugenio d'Ors, autor de la lapidaria frase: Todo lo que no es tradición, es plagio; o José Ortega y Gasset, que tituló una de sus obras: La deshumanización del arte.
El comunismo soviético y el fascismo italiano, que desde su origen y durante los años 1920 estuvieron estrechamente vinculados a las vanguardias (constructivismo, futurismo), comprobaron a partir de los años 1930 la necesidad de encauzar su manipulación propagandística en el terreno de la estética a través de un arte mucho más fácilmente digerible por las masas. Encontraron soluciones casi idénticas en lo que se conoció como realismo socialista o arte fascista. En el caso del nazismo, identificó el arte moderno con lo que denominó arte degenerado de los dementes y de las razas inferiores, por contraposición a los valores de una pretendida estética aria o arte ario. No obstante, la persecución a los judíos y la ocupación alemana de Europa durante la Segunda Guerra Mundial dio oportunidad para el expolio más o menos disimulado de muchas piezas de arte moderno por parte de los dirigentes nazis (que no lo destruían, sino que se lo apropiaban).
Simultáneamente, el capitalismo estadounidense, en cambio, asumió con gran dinamismo el arte moderno, implicándolo en el proceso productivo y aprovechando sus grandes posibilidades para el mercado.

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ResponderBorrarExelente trabajo y muy buena redaccion de los temas , concretos y precisos
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ResponderBorrarEsta muy interesante tu información y muy bien organizado
ResponderBorrarMuy buena información compañero.
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ResponderBorrarMuy buena redacción de la información muy interesante me gustó mucho
ResponderBorrarMe encanti tu extructura y el contenido esto me ayudara mucho!!
ResponderBorrarMuy buena información, lo del rechazo, fíjate que no lo sabía no cabe duda que cada día se aprende algo nuevo
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